Montaje 4
La inexistencia
del silencio
Pude verificar “la inexistencia del silencio” al escuchar a mi perro comenzar a ladrarle con fuerza a la puerta que sonaba
y decidir alejarme del alboroto yendo
al lugar que creo –o mejor dicho “creía”– más silencioso de mi casa, la cocina.

Al encerrarme allí, los sonidos de los que
me apartaba cesaron y pensé encontrarme
en profundo silencio, pero comprobé
que este es imposible:
los ruidos del ambiente que ya incorpore en lo cotidiano al punto de ignorarlos completamente –por más fuertes o leves que
sean– se hacen presentes en la grabación,
e incluso parecen hacerse más notorios
al solo centrarme a escucharla,
aun al haber sentido que todo el ambiente
estaba tan enmudecido como yo lo buscaba y pensaba.
Escuche la grabación
de John Cage 4’ 33´´
´ ¿Qué concepto es necesario repensar
para poder escuchar la pieza 4´ 33´´
como música?
Es necesario repensar el concepto de música,
y la relación de esta con el silencio y los ruidos.
De forma tradicional, la música es pensada
como una secuencia de sonidos musicales
organizados, donde se combinan melodías, tonalidades y ritmos que marcan cierta armonía.
Pero aquí, si bien hay una medición del tiempo con una estructura marcada,
no hay una secuencia completamente organizada,
ya que en la composición entra en juego el azar: se nos presenta al silencio
(y a la escucha de los ruidos que este origina) como un material con cualidades sonoras
capaz de formar una composición musical.
Según Cage el silencio no existe,
y en realidad esta impregnado de ruidos.
El silencio no es la ausencia del sonido,
ya que este le permite la entrada
a todos los ruidos espontáneos
generados en el auditorio
(toses, risas, murmullos del público),
y son estos sonidos “no musicales”
del ambiente los utilizados como instrumentos musicales que componen
la pieza.
“Si una cosa os aburre durante dos minutos, intentadlo con cuatro. Si todavía os aburre,
intentadlo con ocho, dieciséis,
treinta y dos, y así sucesivamente.
Puede que no sea aburrido,
sino todo lo contrario”

¿A dónde apunta esta frase?
Armar un audio de 60 segundos a partir de ella
La frase apunta a la idea que tenemos
de los sonidos repetitivos y constantes
como algo aburrido, molesto o incluso irritante.
Pero esto se da porque en lo cotidiano no podemos
–o ni siquiera nos lo proponemos–
frenar a prestarle atención y analizar lo que escuchamos.
Cage señala algo muy interesante al respecto y recalca que “toda repetición será una versión nueva,
una variación de la anterior,
contenedora de un sonido propio y distinto”.
Y tiene razón: si prestamos atención, podemos escuchar como durante los sesenta segundos de
grabación hay pequeñas variaciones de tiempos, intensidades y sonidos en la repetición
de la misma acción (las cuales pueden hasta desconcertar
al estar concentrado intentando encontrar un patrón
o ritmo constante), incluso en un audio en el que ingenuamente podría parecer que escuchamos
todo el tiempo exactamente lo mismo.
Disparador:
TIEMPO PARTIDO


Tome como punto de partida el título de la primer muestra, “Tiempo Partido”,
y a partir de allí cree una experiencia sonora
en la cual marco un ritmo constante y acelerado que al pasar los segundos va disminuyendo, tanto en intensidad como en frecuencia, hasta el final donde se escucha un pitido agudo durante unos segundos.
El “Tiempo Partido” me hizo pensar
en el ritmo de la vida, e intente recrear eso: nacemos y vivimos acelerados, pero en el medio
el tiempo pasa casi como sin darnos cuenta,
hasta el punto donde comenzamos a notar esto, pero ahí es cada vez menos la fuerza que tenemos y solo nos queda esperar hasta partir.
Transcripción a modo de partitura
de la escucha de la grabación del 1er movimiento: 33´´